martes, 4 de enero de 2011

ciclismo en el alambre (para Iker)

Esta mañana, caminando hacia el trabajo, me dio por recordar el día más duro de ciclismo que he vivido, y que disfruté (sí, lo disfruté) en junio de 2010. Un momento para no olvidar, un día a cara de perro en el que nos quedamos todos en pelotas, marionetas de la montaña. Era la QH (Quebrantahuesos), otro año más, pero esta vez los Pirineos nos tenían reservada una sorpresa de niebla, lluvia y frío. Fue un día para jugar en el límite de lo que el cuerpo de cada cual podía o no soportar en mitad del esfuerzo de una etapa de montaña de 200 km; los mismos puertos de todos los años, pero con otro disfraz, Somport con un descenso empapado y a ciegas en la niebla, siguiendo la sombra del que llevabas delante, todos tiesos como varas y en silencio para no perder concentración y acabar en el suelo; la Marie Blanque y su diluvio (la foto es de su descenso); y por encima de todo, el Portalet, su ascensión de 30 km soltando vaho al respirar, todo está quieto, no es la fiesta de otros años, sino sólo un desfile de fantasmas que calculamos cuánto frío hará en la cima; y allí, en el mítico último km, el del pasillo de público que cada año te eriza hasta la coronilla cuando llegas apretando los dientes, con el maillot abierto y empapado de sudor, casi lloras al ver de nuevo a tanta gente a ambos lados, cubiertos con anoraks y ropa de invierno ... entre los gritos de apoyo, te quedas con uno particular: "estamos a 2ºC". Y desde ahí, la bajada camino de Formigal dándote golpes en los muslos con las manos para tener algo de sensibilidad en las frenadas al final de rectas en las que coges los 90 sin problema. Al final llegas a la meta pensando "madre mía, qué burro soy (otra vez)", te abrazas con tus colegas del manicomio, y empiezas a oír historias de abandonos masivos, incluso por hipotermias. Días después la organización nos confirmaba que de los 8.500 inscritos 1.700 no tomaron la salida, y otros 1.500 tuvieron que abandonar en ruta; nos lo hizo llegar en una carta con algunos párrafos que meses después aún te ponen la carne de gallina:

"(...) felicitar a los más de 5.100 participantes que finalizaron la Quebrantahuesos, (...), unos auténticos valientes, que asumieron de manera personal su reto y lo superaron.
Y también felicitar y agradecer a otros héroes que no iban en bicicleta, que también tuvieron que soportar las duras condiciones.
El publico que siguió concentrándose en diferentes puntos del recorrido, para animar a los participantes, no era día para el bikini, pero muchos siguieron esperando muchas horas el paso de ciclistas.
Los Servicios de Cruz Roja, que también estuvieron al pie del cañón durante muchas horas que agotaron las más de 300 mantas térmicas que llevaban, que tenían que calentar a baño maría, el suero antes de poder ponerlo a quien lo necesitaba.
Los vecinos de las localidades francesas, que atendieron a participantes, que abrieron sus domicilios, que ofrecieron bebidas calientes, que abrieron las iglesias para poder acoger a los que abandonaban.
(...)
y los voluntarios que una vez más fueron los auténticos héroes, algunos más de 5 horas con su banderola y su pito debajo del chaparrón. Aguantando sin desfallecer. Entre estos no hubo ningún abandono.
Algunos participantes nos comentaron como en un momento determinado se bajaron de la bicicleta para abrazar a algún voluntario que estaba en una curva, agradeciéndole su esfuerzo.
O de quienes en los puntos de avituallamiento decían a los voluntarios “Gracias, pero que hacéis vosotros aquí “; la respuesta era fácil “atenderos a vosotros, a los participantes”.
Otros participantes los denominaron como “ángeles en el infierno de agua y frío".
La Bendita Locura, la épica de la Quebrantahuesos ha añadido un nuevo hito en su historial…. Ya en muchas conversaciones se dirá “te acuerdas del frío del 2010…”".

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