lunes, 4 de junio de 2012

la boya viajera y los metros de más

Miró hacia abajo dudando de qué se encontraría, y vio sólo un cuepo amarillo de plástico. Miró alrededor y se vio flotando sobre el agua en algo que tenía pinta de lago o embalse por aquello de estar rodeada de montañas y no tener la sensación de que ese agua fuera salada. Intentó seguir adivinando quién era y al fondo, en una de las orillas, vio a alguien con un megáfono señalándola y diciéndole a un considerable grupo de extraños personajes de plástico negro y cabeza blanca con cristales que fueran hacia una parte que no consiguió averiguar, luego hacia aquella "boya" ... y pensó "un momento, ¿al decir "boya" me ha señalado a mí para decirle a todos esos que vengan a no sé qué?, hmmmmmm, esto no suena muy bien, no me gusta que me den órdenes". Siguió pensando, y cada vez se llenaba más de rabia, no estaban contando con su opinión para lo que quiera que fuese, y en un arrebato de rebeldía se dijo "¡si esos tipejos esperan que me quede aquí quieta esperándolos lo llevan claro, yo me largo!" ... e intentó mover un pie, no pudo, y el tirón que dio le hizo darse cuenta del cable que la sujetaba al fondo.
Desesperada, sintiéndose presa del ingenio de otro, sin saber siquiera quién era, sacó fuerzas para empezar a arrastrar el pesado lastre que la unía al fondo. Miró atrás y vio a los de negro echarse al agua e ir en dirección a otra como ella que había un poco más lejos de donde estaba; no quiso ver qué le hacían, y siguió tirando en dirección a la corriente que mejor le ayudara; pero en ese momento se vio rodeada, los de negro habían llegado, giraban por una parte y se volvían a marchar hacia la orilla. El pánico que sintió no cónsiguió bloquear su voluntad de escapar de un destino que no eligió, así que haciendo un nuevo esfuerzo logró seguirse moviendo, y esta vez con más rapidez, pues el viento se decidió a ayudarla. Miró a su espalda y vio que los de negro volvían a la carga, con una mezcla de rabia y cansancio por la resistencia que su presa oponía a ser alcanzada, y por segunda vez la rodearon provocándole un nuevo escalofrío que sólo calmó cuando escuchó una voz que les decía a algunos de esos extraños que daban golpes al agua mientras avanzaban que la dejaran en paz, que ya se había ido muy lejos y tenían otras cosas que hacer sin perder más tiempo.
Aliviada al saber que nadie más la perseguiría, flotó corriente abajo, sin importarle hacia dónde; sería lo que se le antojara.

Más o menos esto es lo que ocurrió ayer en el Embalse del Tálave en el sector de natación del Triatlón de Hellín. A pesar de encontrarme nadando mejor que nunca, no llegaba a meta, la primera vuelta se me hacía larguísima (esto es más de 1 km, pensaba yo ... iluso) y en la segunda la cosa iba a peor, no sabía si mis sensaciones eran las contrarias a lo que debería: me sentía genial pero la 2ª boya no se acercaba nunca, y sin embargo, tan mal no podía ir si nadaba con un grupo y había gente détrás (y sólo éramos ciento y pico, ideal para haberme quedado solo en tierra (o agua) de nadie) ... hasta que llegó una lancha de bomberos y nos mandó a meta a voz en grito, diciendo que la boya se había soltado y se había ido muy lejos. Me giré y vi que el arco de meta estaba lejísimos y que el ángulo no tenía nada que ver con llegar a él casi de frente como se suponía que tenía que pasar. Quedaba apretar, nadar hasta la orilla cuanto antes y luego dedicarse al resto de la prueba, que prometía leña. Al llegar a la transición veo en el reloj que llevo 1h 9´ nadando y escucho que hemos nadado la friolera de 4 km entre las 2 vueltas (la primera versión "oficiosa" que me dio un juez es que el encargado de los chips había medido la natación del primero que salió del agua en 3.600 metros ... así que de ahí en adelante). Ah, sí, todo esto también explica las agujetas que tengo hoy en la espalda.

Bueno, nataciones aparte, tocaba hacer el sector de bici más duro y bonito que he hecho en un triatlón, y del que puedo estar bastante contento: sin parar de subir, bajar y dejarte lo que llevaras, te ponían 1.600 metros de desnivel en los primeros 65km; el resto hasta los 92 en meta eran bastante favorables, pero claro, como ya vas encendido y no es una bajada de un puerto, te toca pedalear y seguir dándote caña hasta que llega la carrera a pie y pasa lo que temes, que no te quedan muchas piernas para hacer una media maratón con calor y más cuestas que las que prometía el perfil "plano". En fin, que después de la buena bici que marqué (3h 27´), la media maratón se me fue a casi 2 horas y llegué a meta vacío pero satisfecho de haber sabido regular lo poco que tenía (lo último lo gasté en la recta de meta ... normal que luego me costara hasta comer).

Resumen por si alguien se ha perdido: las boyas huyen y se mueven, la Sierra del Segura (y el Río Mundo) es una zona que merece la pena conocer, y si juntas metros de más con ciclismo cañero y una carrera en La Mancha en junio, y que para todo ello has entrenado inventando huecos temporales imposibles (en apariencia), te puedes sentir contento de terminar en 6h 43´ (la mala bestia que ganó hizo 4h 47´, pero eso es otro nivel). Y aparte, un curioso aprendizaje muy útil si realmente el año que viene voy a hacer un ironman: la natación no debe impresionarme, la distancia ya la tengo.

2 a 1. Próxima etapa: Garai (a su lado, Hellín parece que va a haber sido un dulce paseo dominical).