lunes, 14 de febrero de 2011

la altura

Tenía que probarme, como hago siempre, y esta vez salió cruz; los últimos años me estaba acostumbrando demasiado a salirme siempre con la mía. Este fin de semana no he corrido, ni nadado, ni he cogido la bici ... me he lanzado a enfrentarme a mi miedo a la altura con un curso de escalada deportiva, y he disfrutado de todo lo que he hecho más de lo que seguramente parece, he encontrado gente fantástica y he aprendido un puñao de cosas útiles hasta para desenvolverme cuando voy pateando por el monte; adrenalina, buscarte un poco la vida en la pared ... es la caña, en serio, se lo recomiendo a todo el mundo, pero yo me encontré con mi miedo. He podido superar algunas cosas, pero también me he topado hoy con un límite, con el bloqueo de mi cuerpo cuando tengo que confiar más en mis pies y depender menos de mis manos, y el problema está en que bloquearte por miedo y escalar no son dos cosas que se lleven muy bien y ahí sí que la puedes liar. No diré que no vaya a volver a escalar, odiaría bajar los brazos a la primera, pero me va a tocar lucharlo muchísimo.

Con calma. Ya iré viendo

domingo, 13 de febrero de 2011

Diego: I

(si alguien se engancha ahora, el prólogo de este relato está en una entrada anterior)

I.-
Venga, ánimo, que puedo levantarme de la cama, va. Esos malditos banqueros le quitan a uno las ganas de cualquier cosa. En especiallos niñatos, que parece que los parieron en tanques de ácido. Disfrutan hiriendo, desayunando el alma de los desgraciados que aparecemos en su oficina rogando que nos den lo que necesitamos, permitiendo que nos roben cualquier barbaridad a cambio.
Vamos, viejo, ya te sentaste. Jodida espalda, si las vendieran me compraría una nueva, o daría en trueque un caho de cerebro, a nadie le importa lo que piense, o siquiera si lo sé hacer, sólo que cargue sus mierdas de ricos; y sin quejas que les hagan perder su precioso tiempo.
A ver, deditos, no me vengáis otra vez con que los botones han crecido y no entran. Y no hagáis ruido, que ella aún duerme,como los chicos (es sábado, adivina a qué hora se acostaron). Café y dos tostadas, y al puerto a descargar lo que traigan, y a las seis y media ... no, a las ocho y media volverán a ser las cuatro (todavía no me hago a esto, y a ver quién me quita a mí luego tanto olorazo antesde irme a la tienda, "¿ve, señora? esta tela es de la mejor calidad, - pero es que me huele a podrido, ¿no lo nota? -, no, señora, son mis manos las que dan asco". Joder).

En las horas prestadas los pájaros vuelan al revés y te miran espantados, no entienden que al pasar a tu lado su tiempo también se da la vuelta, no saben de qué tienen la culpa, parece que nunca aprenderán a alejarse de nosotros, de los malditos prestados.
Por la calle tampoco camina nadie, o sería más correcto decir que aunque estén no puedes verles, compras tiempo, pero no recibes horas libres, sólo puedes gastarlas para lo que las pediste o quedartequieto tirándolasa la basura. Socialmente quedas ciego hasta que se acaba el bucle; físicamente mejor no hablemos, cada día enfermas un poco más, pero nadie te cuenta de qué, ni dice algo al respecto en el contrato, sólo sabes que los colores no son como recordabasy que algo no está donde debería.

Cuarenta escalones, crees oír a una vecina riendo con su novio, casi tropiezas buscándola en vano de reojo y cierras el portal detrás de tus pasos. Te la juegas en tres cruces que nadie respeta de madrugada, los coches que para ti conducen fantasmas aceleran para enseñarte quién es más fuerte.
Hoy seremos pocos para descargar, no muchos andan tan desesperados como para doblarse hasta los fines de semana.
- Nombre, apellidos y firma, y recuerde señalar si viene con horas prestadas o no.
Lo último es sólo para que te humilles, sabes que con horas prestadas van a ir a sacarte el hígado, y sabes que de nada sirve mentir, los préstamos son de información pública y en cualquier parte ya saben quién eres, cómo vienes y cuánto te queda. De hecho, si ellos no lo supieran tampoco podrías verles.

Fichas a la salida con los pantalones rotos (otros más) y las manos llenas de astillas. Pelirrojo cabrón, que me dejó todas las cajas malas. A casa, ducha, ropa limpia, olor disimulado (lo intentas) ... y los carteles de la cocina para encontrar de nuevo la cafetera entre los mareos del final del bucle.

jueves, 3 de febrero de 2011

necesito febrero como el comer

enero ha sido una locura muy canalla, todo ha volado, todo ha sido muy largo, me ha dado tiempo para explotar 30 veces (creo que un día descansé), romperme por dentro, hacer triples mortales sobre el vacío en segundos que no tenía, demacrarme la cara por días, hacer remiendos de entrenamiento robados a horas de sueño, podría haberme perdido y acabé ganándome a mí mismo para empezar febrero sonriendo, apretando los dientes y esperando tener un poco de paz que me devuelva la propiedad sobre mi tiempo ... que por un día que no me toque luchar tampoco pasaría nada, ¿no? (cuando al día siguiente me entere de que sólo era una ilusión, ya bajaré dos piñones) ... si lo consigo, ya pondré un punto ... de momento sólo me queda tiempo para seguir huyendo hacia delante

nos vemos ... si os atrevéis a cogerme