miércoles, 4 de julio de 2012

por fin Garai


Paso delante de la meta y queda sólo una vuelta, sólo 7 km. Durísimos, pero sólo 7, y se me cruza en la cabeza una idea simbólica: cuando vuelva a pasar por aquí voy a esprintar. Y me río, me he salido con la mía, la meta más divertida del año me espera dentro de un rato y a pesar de todo voy a poder terminar mi temporada como me propuse hace 9 meses … sí, en octubre.
Desde entonces llevo vendiendo mis horas de tiempo libre a mis horas de estudio, y mis horas de sueño a mis horas de entrenamiento. Pero no sé ni me importa qué es el sentido común y no he querido saber qué es un año entero sin los nervios anteriores a una carrera … otra más contra mí mismo.

A las 8 de la mañana  llego a la Playa de Saturrarán y aún se me cierran los ojos en el coche. La noche del viernes la pasé en vela estudiando y preparando dos trabajos inaplazables para la mañana siguiente, así que antes del triatlón he dormido un par de horas a cachos en el coche viajando a Garai, y otras 6 ó 7 por la noche … a mi coco no le salen las cuentas. Una hora más tarde, en una línea de salida para sólo 46 triatletas (sí, sólo 46 y no entiendo por qué no ha venido más gente si esto tiene una pinta bestial) sé que tengo la mente en ninguna parte y que eso no va a ser bueno para nadar; 40 minutos después (horror), tras desorientarme como en la vida con las olas (y eran pequeñas) y la desconcentración (por ejemplo, me da por tomar como referencia un barco en lugar de la boya) salgo el último del agua con las piernas muy bloqueadas, más de 2 minutos perdidos con el anterior y más de 12 con el primero. 
Normal que salgas del agua, veas la que has liado y te enciendas. Coges la bici, subes un repecho, haces un par de curvas más rápido de lo debido para estar el suelo tan mojado por la lluvia que estuvo cayendo a ratos toda la mañana, pero ni medio susto. Entras en Ondarru y, paradojas de la vida, tomas una rotonda muy despacio, haciendo caso al aviso de la voluntaria que indicaba la entrada; pero como diría mi amigo Miguelo ahí habían echado resbalina y, de repente, sin tumbar la bici ni tocar el freno, has pisado aceite o vete a saber qué que sueltan los camiones cargados de pescado que luego te cuentan que suelen pasar por allí, ha desaparecido la bici debajo de ti y caes a plomo sobre el asfalto mientras la máquina se desliza hasta la acera. Te duele el muslo que se queja en cuanto te mueves, pero parece que lo demás son sólo raspones. Te ayudan a levantarte y alguien te trae tus gafas partidas que habían acabado vete tú a saber dónde. La pregunta es obligada: ¿vas a seguir? La respuesta: sí, claro, si la bici me deja.
La bici me dejó seguir porque tenía tantas ganas de rodar como yo, y en cuanto empecé a pedalear de nuevo vi que lo del muslo era una putada, pero no había más. Así que sí, iba a seguir, no me iba a rendir ahí después de tanto curro, de la paliza de Marga para llevarme hasta allá y de que Igor y Jaime estuvieran en camino para verme en la meta. Eso sí, de qué tiempo iba a hacer ya ni hablamos, en el agua me había tirado demasiado y con el golpe encima todo el cuerpo estaba para pocas alegrías y el muslo no me dejaba meter desarrollos fuertes, sólo subir la cadencia si no quería clavarme cristales. La parte buena era que estaba en la suficiente buena forma para llegar a Garai sin quedar fuera de control (me sobró más de media hora aunque creí que iba a ir más justo con ese panorama) e intentar correr. Y lo que era mejor es que a las malas, a ostias, sí que conseguí concentrarme, me metí en una burbuja y a rodar; a los 22 km el primero me sacaba casi 18 km pero es que ya me daba igual, iba a llegar sobre mi bici como estaba mandao y, por si me faltaban ganas, van y aparecen Igor y Jaime en coche justo detrás de mí al pasar Gernika, me gritan, me animan, me recuerdan estando ahí otro motivo para no bajarme. Me pasan y me esperan en el siguiente desvío:
-         -- ¡Aúpa, Rafa!
-         -- Joder, que me he caído
-         - No, si se te ve
Suficiente para apretar un pelín más y olvidarte un poco de la pierna.
Con todo, después de gozar con un recorrido en mitad de bosques y paisajes que merecen ser visitados en bici, sin cruzarte con un coche casi hasta el final,  y sólo con la pega de que llevas el miedo en el cuerpo cada vez que llega una curva mojada, aparece Garai al final de la última cuesta esperando con su media maratón en la que no va a haber un metro plano.

Transición rápida (noticia) y las primeras zancadas duelen de verdad, el golpe de la caída va a ser  un problema de 21 km, y finalmente ha aparecido la lesión (periostitis o lo que carajo sea) que llevo 2 semanas arrastrando en la tibia izquierda. Quéjate lo que quieras, pero vas a correr, vaya que si vas a correr, te lo debes y se lo debes a quienes decidieron que lo mejor que podían hacer un domingo por la mañana era ir a animarte.
El primer kilómetro largo de subida a bloque te fija la idea de que esto va a ir muy en serio, pero más allá del sofoco inicial, arriba ves que el entrenamiento en Guadarrama del último mes con cuestas y más cuestas te va a echar un cable, tus piernas tienen costumbre de subir y de cambiar de ritmo y, lesiones aparte, estás razonablemente cómodo para dar gas hasta donde la pierna izquierda te dé cuerda.
La cuerda dio para casi 2 horas, y para correr los últimos 7 km dándote palmadas en la espalda y despidiéndote con una sonrisa de una temporada muy compleja por todo lo que no ha sido el deporte. De vuelta a Garai, a los últimos metros, al sprint que me prometí con la carne de gallina, me encuentro a Igor y Jaime sujetando una cinta en meta, y a Marga preparada con la cámara para hacer la foto al penúltimo corredor que cruzaba la meta, al que quedó el 38, al segundo contado desde atrás, al que llegó en 6 horas y 7 minutos ... qué más da, la foto al último metro de mi temporada.


Gracias, chicos, y gracias a la gente del Garaiko Triatloi Taldea por organizar una prueba tan bonita en la que no nos faltó de nada en ningún momento. Si seguís organizando esta genialidad, me tendréis allí el año que viene; si hace falta echar un cable avisadme y ayudaré en lo que pueda; y si no llego a meta a cachos, contad conmigo para acompañaros en ese detallazo que tuvisteis algunos de seguir corriendo después de terminar para animar a los que todavía estábamos en carrera.

Mucho sentimiento y cordura más bien poca. Hasta aquí ha llegado mi temporada 2012, ahora me toca terminar el máster y seguir haciendo el cabra por cualquier parte pero sin objetivos concretos ... ah, sí, y descansar también estaría bien.


Y que siga sin olvidarme de que hago todo esto por diversión.


                                                                                                                   




                                                                                ... hasta el año que viene ... ciao