martes, 18 de diciembre de 2012

reflexión a la una y veinte

caras giradas mirando nada, viendo nada

perfiles escondidos de espejos que nunca fueron ni estuvieron allí

penúltimos pasos de todo para que nada deje de estar a medias
últimos pasos sólo de vacíos hipotéticos, superficiales, intrascendentes

teorías de quien hay delante para no saber cómo siente
quimeras del deseo de cuentos

juegos de críos sobre cuadrícula
vidas en cajas
ilusiones en paquetes de regalo con precio

magia olvidada

infancia sin brillo en los ojos. Risas tasadas


y todo por dinero.
Dinero que no lucha


domingo, 2 de diciembre de 2012

camino de Embrun

Hace exactamente una semana, mientras terminaba la maratón de San Sebastián, me hubiera resultado una broma pensar que el fondo de lo que escribiera luego en este blog sobre ello fuera una consecuencia tan tremenda que sólo de pensarla se me ponen los pelos de punta y todo el cuerpo en un estado de nervios genial, como de maquinaria encendida, del pulso eléctrico que tengo en los días de carreras grandes cuando estoy realmente en forma.

La maratón de Donosti no resultó para recordar por el rendimiento deportivo objetivo, un tiempo de 3h 54´ no da para mucha euforia. Pero las circunstancias han sido el detonante de que algo que tramaba en silencio para futuras temporadas, lo haya pasado a la de 2013. Una vez más, y tendré que ir de nuevo al médico a ver si me dan de una vez una solución, mi estómago decidió en el km 8 que no estaba para correr y me tocó empezar a pactar con él en qué ritmo iba a poder soportar tanto malestar sin tenerme que retirar. Esto también me pasa a veces entrenando, pero como estoy cerca de casa no tiene más importancia, te das la vuelta y punto ... pero en 2012, en las 3 carreras a pie que he hecho (Segovia, Panes-Potes y Donosti) he tenido que correr malo porque mi tripa no aguanta tanto bote, y ya basta de correr a base de heroicidades para tapar parches, sólo quiero heroicidades para volar.

De la maratón no esperaba nada. Iba sin entrenamiento específico (por ejemplo, hasta 10 días antes me había tirado 3 semanas sin correr un metro), sin haber movido una pestaña con idea de correr mejor en Donosti, simplemente iba a correr por amor al arte y en compañía de un colega, Rubén. Pero se me cruzó el estómago, me jodió la carrera cuando aún tenía 34 km por delante, y en el 25 dijo que no podía ir más allá. El problema de mi estómago es que creo que aún no se ha enterado de que mi cabeza es más fuerte, y si le uno mi corazón, que le había prometido a mi amigo Jim que le dedicaría simbólicamente el esfuerzo de la carrera para mandarle desde la distancia el abrazo enorme que no le puedo dar en persona tras la pérdida de su padre, estaba claro que no me iba a retirar. No entiendo la rendición como opción y a Jim no le iba a fallar, así que tras un cuarto de hora volví a arrancar desde el km 25, encendidísimo, cabreado, rabioso por tener piernas para mucho más, y a la vez con la sangre fría de dominarme para poder llegar a meta, que ya era lo único que importaba. Otra vez a correr con sudor frío en la nuca y con el cuerpo cada vez más del revés ... como si hubiera empezado a diluviar, lo mismo hubiera dado, iba a llegar a meta al máximo que mi cuerpo me permitiera.

Y la meta quedó atrás, otra maratón hecha, una ciudad preciosa para correrla y una espina para quitarse en otro momento de volver en condiciones físicas de ir todo lo rápido que ese día no pude.

Hasta aquí otra carrera a cara de perro que no tenía por qué tener más historia que el recuerdo de haberla corrido. Pero no sé si por lo bien que me he encontrado después toda la semana (no parecía que hubiera corrido una maratón ni de lejos), por la emoción de dedicarle la carrera a Jim, por la mezcla de esas sensaciones con la anécdota de tener que contar 33 desde el miércoles, o porque correr con tanta rabia me ha desatado otro punto de locura, me di cuenta de que lo que había hecho no había sido una maratón más. No. La realidad escondida es que había sido el primer entrenamiento de algo mucho más serio, el primer paso de ese proyecto que culminará el 15 de agosto y que hace una semana me hubiera sonado a broma pensar en tener en la cabeza pero hoy, en cambio, me pone una sonrisa desafiante en la cara y la mirada de "la voy a liar".

El primer paso de un reto que hace que todo lo recorrido hasta ahora sea nada. El primer paso de un juego al que sólo podré jugar explotando lo que soy hoy, creciendo mucho más de lo que pueda imaginar. El inicio de infinidad de horas y kilómetros de entrenamiento que acabarán resumidos un día de agosto en hora y algo de nado, incalculables de ciclismo a través de mitos como la Casse Déserte, y pelos de punta y lágrimas de emoción cuando una maratón después cruce la meta de Embrun.


El primer paso de mi salto al ironman

                                                   
                                                              ... el primero de mi camino a Embrun




sábado, 1 de diciembre de 2012

la montaña intermedia

Eres algo que necesitas limpiar y dejaste en alguna parte de tu cabeza cuando apareces en la montaña intermedia.

Nadie sabe cuándo irá, ni conoce si los demás comparten el mismo lugar que uno. Pero vamos. Caminamos por ella a tres cuartos de ladera sin sentir al resto aunque quien nos viera creería imposible que no nos rocemos.

Nadie nos ve. La montaña intermedia no se puede observar ni acepta a quien no la necesite; tampoco la encontraría. Suena. A música que no sabría escribir. Cuenta. Lo que soñó algún sonámbulo cómico.

Espero no olvidarla.
Ella olvida que la esperamos.

Quien la perdió dejó en ella el recuerdo de una hoja transparente.

lunes, 19 de noviembre de 2012

aleatoriamente repetitivo

Once tramos de escaleras ascendentes, descendentes, a izquierda, a derecha, curvados, quebrados, suspendidos, invertidos, imantados o mudos, pero once. Cada vez combinados de un modo diferente y absurdo camino del lugar que debe quedar más o menos en ninguna parte.

Siempre agotado, teniendo que cogerme la siniestra con las manos para que suba el último escalón. Sin aliento. Con hambre. Con sed pero no puedo comerme ni beberme el vacío.

Y grito

¡grito!

¡¡¡                  !!! y al tercero no me sale la voz y por mi derecha, por la carretera que nunca veo, viene un crío montado en una de esas bicis antiguas de exagerada rueda delantera que pedalea en equilibrio mientras juega entre sus manos con una caja de música que nunca suena igual. Me mira y se ríe: "te has perdido".


Despierto cada vez tumbado de costado en los asientos de un vagón de cualquier línea de metro. Mis gafas guardadas en una funda enfrente. Ningún recuerdo de cuándo salí de casa.

sábado, 17 de noviembre de 2012

girado

Silencio sobre montones de ropa sin notas bailando entre ellos.

Se ha ido el aroma de viaje, de espacio prestado, camas barajadas como cartas, sueños terminados sin saber dónde abres los ojos o hacia dónde mueves los pies.

Silencio de noche sin concierto, sin pelos de punta, sin discos que cambian de manos ... sin salas vacías ni ruido de botellas recogidas, sin vasos que bebieron asombros o calentaron ideas.

Motor callado que no acompañará a los músicos a su descanso de madrugada. Madrugada sin ritmo de gira.

silencio


silencio



                 girado







lunes, 5 de noviembre de 2012

A Ron Lalá

Admirados genios:


Se apagarían las luces de la verde del Canal cuando ya estábamos todos fuera.

No vi ese momento simbólico de un final conocido, pero no importa. De hecho, es mejor que así fuera, que el último paso que dabais no fuese un fundido a negro, sino veros a los 6 despediros de nosotros, de vuestro "respetable", con luces en los rostros después de ni sé cuánto tiempo de una ovación que seguirá sonando en algún rincón de la sala en los ratos en que se queda muda con sus fantasmas. Se silenciaron las tablas de vuestra temporada del Siglo, pero no será posible que callen vuestras voces de comediantes en nuestras cabezas, jugando a que riamos cuando nos hacéis pensar a más velocidad de la que pueda imaginar algún diablejo. Alguno como yo, que no escribo como hermano o amigo sino como un simple espectador, uno más de vuestras mil funciones, otro cómplice de vuestras triquiñuelas para poetizar guasa o escenificar crítica, y de vuestro valor para seguir inventando teatro mientras el mundo se empeña en estandarizar el aire, en que hasta las personas sean un producto consumible o en que una idea sea algo a temer.


Gracias por ser tan listos


Seguiremos aprendiendo


jueves, 27 de septiembre de 2012

horas viejas

Las que quedan y el lunes habrán volado, las descontadas para terminar de gritar la rabia guardada durante un año, contenida para no reventar. El domingo entre Panes y Potes me daré el gustazo de dejar que mi cuerpo decida cómo quiere terminar de correr esta temporada, la de hacerlo todo a la vez, la de robar tiempo para hacer algo que se pareciera a un entrenamiento, la de tener siempre en la cabeza las 10 siguientes cosas que quedaran por hacer y todas las demás en las que no hubiera caído. Voy a correr sin entrenamiento, pero eso a estas alturas da lo mismo, sólo importa celebrar que ya no hay un reloj dentro de mi cabeza contando el tiempo de una mirada, un paso, un chasquido de dedos, un bostezo o cinco palabras para terminar un párrafo. Entre ir a muerte y trotar contemplando el paisaje caben diez mil matices, y el que se me antoje estará bien para despedirme de la sensación de llevar piernas de corcho cada vez que me ponía las zapatillas, nadaba o salía a rodar en bici durante los últimos 12 meses ... ni que contar las ganas que tengo de darle una patada a los triatlones sin chispa, sin cambio de velocidad.

Y el lunes cambia la historia, horas nuevas, toca empezar a planear locuras. Se aceptan sugerencias para añadir a lo casi fijo: será raro que no corra el tri de Bilbao y el de Garai, podría quitarme la espinita de la hipotermia del Ecotrimad, y habrá que descubrir algún otro nuevo o acordarse de lo que son la Irati, la QH y alguna maratón; mientras tanto, soñar es gratis y tienta volver a Holanda a correr la Amstel, a los Alpes a La Marmotte, rodar de una vez en Los Dolomitas, inventar cualquier imposible ... y de premio el Ultra Trail de Picos de Europa a final de julio.



Nos vamos a reír


domingo, 9 de septiembre de 2012

rabia en la garganta

como si me hubieran tirado dentro un cigarro a medio apagar

lija

igual que anoche al dormir
cenizas inocentes pegadas a mi garganta

pedaleando rampas, los pulmones que pedían aire habían mordido humo y pavesas

tragué briznas quemadas de muerte


¡maldito!


miércoles, 4 de julio de 2012

por fin Garai


Paso delante de la meta y queda sólo una vuelta, sólo 7 km. Durísimos, pero sólo 7, y se me cruza en la cabeza una idea simbólica: cuando vuelva a pasar por aquí voy a esprintar. Y me río, me he salido con la mía, la meta más divertida del año me espera dentro de un rato y a pesar de todo voy a poder terminar mi temporada como me propuse hace 9 meses … sí, en octubre.
Desde entonces llevo vendiendo mis horas de tiempo libre a mis horas de estudio, y mis horas de sueño a mis horas de entrenamiento. Pero no sé ni me importa qué es el sentido común y no he querido saber qué es un año entero sin los nervios anteriores a una carrera … otra más contra mí mismo.

A las 8 de la mañana  llego a la Playa de Saturrarán y aún se me cierran los ojos en el coche. La noche del viernes la pasé en vela estudiando y preparando dos trabajos inaplazables para la mañana siguiente, así que antes del triatlón he dormido un par de horas a cachos en el coche viajando a Garai, y otras 6 ó 7 por la noche … a mi coco no le salen las cuentas. Una hora más tarde, en una línea de salida para sólo 46 triatletas (sí, sólo 46 y no entiendo por qué no ha venido más gente si esto tiene una pinta bestial) sé que tengo la mente en ninguna parte y que eso no va a ser bueno para nadar; 40 minutos después (horror), tras desorientarme como en la vida con las olas (y eran pequeñas) y la desconcentración (por ejemplo, me da por tomar como referencia un barco en lugar de la boya) salgo el último del agua con las piernas muy bloqueadas, más de 2 minutos perdidos con el anterior y más de 12 con el primero. 
Normal que salgas del agua, veas la que has liado y te enciendas. Coges la bici, subes un repecho, haces un par de curvas más rápido de lo debido para estar el suelo tan mojado por la lluvia que estuvo cayendo a ratos toda la mañana, pero ni medio susto. Entras en Ondarru y, paradojas de la vida, tomas una rotonda muy despacio, haciendo caso al aviso de la voluntaria que indicaba la entrada; pero como diría mi amigo Miguelo ahí habían echado resbalina y, de repente, sin tumbar la bici ni tocar el freno, has pisado aceite o vete a saber qué que sueltan los camiones cargados de pescado que luego te cuentan que suelen pasar por allí, ha desaparecido la bici debajo de ti y caes a plomo sobre el asfalto mientras la máquina se desliza hasta la acera. Te duele el muslo que se queja en cuanto te mueves, pero parece que lo demás son sólo raspones. Te ayudan a levantarte y alguien te trae tus gafas partidas que habían acabado vete tú a saber dónde. La pregunta es obligada: ¿vas a seguir? La respuesta: sí, claro, si la bici me deja.
La bici me dejó seguir porque tenía tantas ganas de rodar como yo, y en cuanto empecé a pedalear de nuevo vi que lo del muslo era una putada, pero no había más. Así que sí, iba a seguir, no me iba a rendir ahí después de tanto curro, de la paliza de Marga para llevarme hasta allá y de que Igor y Jaime estuvieran en camino para verme en la meta. Eso sí, de qué tiempo iba a hacer ya ni hablamos, en el agua me había tirado demasiado y con el golpe encima todo el cuerpo estaba para pocas alegrías y el muslo no me dejaba meter desarrollos fuertes, sólo subir la cadencia si no quería clavarme cristales. La parte buena era que estaba en la suficiente buena forma para llegar a Garai sin quedar fuera de control (me sobró más de media hora aunque creí que iba a ir más justo con ese panorama) e intentar correr. Y lo que era mejor es que a las malas, a ostias, sí que conseguí concentrarme, me metí en una burbuja y a rodar; a los 22 km el primero me sacaba casi 18 km pero es que ya me daba igual, iba a llegar sobre mi bici como estaba mandao y, por si me faltaban ganas, van y aparecen Igor y Jaime en coche justo detrás de mí al pasar Gernika, me gritan, me animan, me recuerdan estando ahí otro motivo para no bajarme. Me pasan y me esperan en el siguiente desvío:
-         -- ¡Aúpa, Rafa!
-         -- Joder, que me he caído
-         - No, si se te ve
Suficiente para apretar un pelín más y olvidarte un poco de la pierna.
Con todo, después de gozar con un recorrido en mitad de bosques y paisajes que merecen ser visitados en bici, sin cruzarte con un coche casi hasta el final,  y sólo con la pega de que llevas el miedo en el cuerpo cada vez que llega una curva mojada, aparece Garai al final de la última cuesta esperando con su media maratón en la que no va a haber un metro plano.

Transición rápida (noticia) y las primeras zancadas duelen de verdad, el golpe de la caída va a ser  un problema de 21 km, y finalmente ha aparecido la lesión (periostitis o lo que carajo sea) que llevo 2 semanas arrastrando en la tibia izquierda. Quéjate lo que quieras, pero vas a correr, vaya que si vas a correr, te lo debes y se lo debes a quienes decidieron que lo mejor que podían hacer un domingo por la mañana era ir a animarte.
El primer kilómetro largo de subida a bloque te fija la idea de que esto va a ir muy en serio, pero más allá del sofoco inicial, arriba ves que el entrenamiento en Guadarrama del último mes con cuestas y más cuestas te va a echar un cable, tus piernas tienen costumbre de subir y de cambiar de ritmo y, lesiones aparte, estás razonablemente cómodo para dar gas hasta donde la pierna izquierda te dé cuerda.
La cuerda dio para casi 2 horas, y para correr los últimos 7 km dándote palmadas en la espalda y despidiéndote con una sonrisa de una temporada muy compleja por todo lo que no ha sido el deporte. De vuelta a Garai, a los últimos metros, al sprint que me prometí con la carne de gallina, me encuentro a Igor y Jaime sujetando una cinta en meta, y a Marga preparada con la cámara para hacer la foto al penúltimo corredor que cruzaba la meta, al que quedó el 38, al segundo contado desde atrás, al que llegó en 6 horas y 7 minutos ... qué más da, la foto al último metro de mi temporada.


Gracias, chicos, y gracias a la gente del Garaiko Triatloi Taldea por organizar una prueba tan bonita en la que no nos faltó de nada en ningún momento. Si seguís organizando esta genialidad, me tendréis allí el año que viene; si hace falta echar un cable avisadme y ayudaré en lo que pueda; y si no llego a meta a cachos, contad conmigo para acompañaros en ese detallazo que tuvisteis algunos de seguir corriendo después de terminar para animar a los que todavía estábamos en carrera.

Mucho sentimiento y cordura más bien poca. Hasta aquí ha llegado mi temporada 2012, ahora me toca terminar el máster y seguir haciendo el cabra por cualquier parte pero sin objetivos concretos ... ah, sí, y descansar también estaría bien.


Y que siga sin olvidarme de que hago todo esto por diversión.


                                                                                                                   




                                                                                ... hasta el año que viene ... ciao

                                                                                     

lunes, 4 de junio de 2012

la boya viajera y los metros de más

Miró hacia abajo dudando de qué se encontraría, y vio sólo un cuepo amarillo de plástico. Miró alrededor y se vio flotando sobre el agua en algo que tenía pinta de lago o embalse por aquello de estar rodeada de montañas y no tener la sensación de que ese agua fuera salada. Intentó seguir adivinando quién era y al fondo, en una de las orillas, vio a alguien con un megáfono señalándola y diciéndole a un considerable grupo de extraños personajes de plástico negro y cabeza blanca con cristales que fueran hacia una parte que no consiguió averiguar, luego hacia aquella "boya" ... y pensó "un momento, ¿al decir "boya" me ha señalado a mí para decirle a todos esos que vengan a no sé qué?, hmmmmmm, esto no suena muy bien, no me gusta que me den órdenes". Siguió pensando, y cada vez se llenaba más de rabia, no estaban contando con su opinión para lo que quiera que fuese, y en un arrebato de rebeldía se dijo "¡si esos tipejos esperan que me quede aquí quieta esperándolos lo llevan claro, yo me largo!" ... e intentó mover un pie, no pudo, y el tirón que dio le hizo darse cuenta del cable que la sujetaba al fondo.
Desesperada, sintiéndose presa del ingenio de otro, sin saber siquiera quién era, sacó fuerzas para empezar a arrastrar el pesado lastre que la unía al fondo. Miró atrás y vio a los de negro echarse al agua e ir en dirección a otra como ella que había un poco más lejos de donde estaba; no quiso ver qué le hacían, y siguió tirando en dirección a la corriente que mejor le ayudara; pero en ese momento se vio rodeada, los de negro habían llegado, giraban por una parte y se volvían a marchar hacia la orilla. El pánico que sintió no cónsiguió bloquear su voluntad de escapar de un destino que no eligió, así que haciendo un nuevo esfuerzo logró seguirse moviendo, y esta vez con más rapidez, pues el viento se decidió a ayudarla. Miró a su espalda y vio que los de negro volvían a la carga, con una mezcla de rabia y cansancio por la resistencia que su presa oponía a ser alcanzada, y por segunda vez la rodearon provocándole un nuevo escalofrío que sólo calmó cuando escuchó una voz que les decía a algunos de esos extraños que daban golpes al agua mientras avanzaban que la dejaran en paz, que ya se había ido muy lejos y tenían otras cosas que hacer sin perder más tiempo.
Aliviada al saber que nadie más la perseguiría, flotó corriente abajo, sin importarle hacia dónde; sería lo que se le antojara.

Más o menos esto es lo que ocurrió ayer en el Embalse del Tálave en el sector de natación del Triatlón de Hellín. A pesar de encontrarme nadando mejor que nunca, no llegaba a meta, la primera vuelta se me hacía larguísima (esto es más de 1 km, pensaba yo ... iluso) y en la segunda la cosa iba a peor, no sabía si mis sensaciones eran las contrarias a lo que debería: me sentía genial pero la 2ª boya no se acercaba nunca, y sin embargo, tan mal no podía ir si nadaba con un grupo y había gente détrás (y sólo éramos ciento y pico, ideal para haberme quedado solo en tierra (o agua) de nadie) ... hasta que llegó una lancha de bomberos y nos mandó a meta a voz en grito, diciendo que la boya se había soltado y se había ido muy lejos. Me giré y vi que el arco de meta estaba lejísimos y que el ángulo no tenía nada que ver con llegar a él casi de frente como se suponía que tenía que pasar. Quedaba apretar, nadar hasta la orilla cuanto antes y luego dedicarse al resto de la prueba, que prometía leña. Al llegar a la transición veo en el reloj que llevo 1h 9´ nadando y escucho que hemos nadado la friolera de 4 km entre las 2 vueltas (la primera versión "oficiosa" que me dio un juez es que el encargado de los chips había medido la natación del primero que salió del agua en 3.600 metros ... así que de ahí en adelante). Ah, sí, todo esto también explica las agujetas que tengo hoy en la espalda.

Bueno, nataciones aparte, tocaba hacer el sector de bici más duro y bonito que he hecho en un triatlón, y del que puedo estar bastante contento: sin parar de subir, bajar y dejarte lo que llevaras, te ponían 1.600 metros de desnivel en los primeros 65km; el resto hasta los 92 en meta eran bastante favorables, pero claro, como ya vas encendido y no es una bajada de un puerto, te toca pedalear y seguir dándote caña hasta que llega la carrera a pie y pasa lo que temes, que no te quedan muchas piernas para hacer una media maratón con calor y más cuestas que las que prometía el perfil "plano". En fin, que después de la buena bici que marqué (3h 27´), la media maratón se me fue a casi 2 horas y llegué a meta vacío pero satisfecho de haber sabido regular lo poco que tenía (lo último lo gasté en la recta de meta ... normal que luego me costara hasta comer).

Resumen por si alguien se ha perdido: las boyas huyen y se mueven, la Sierra del Segura (y el Río Mundo) es una zona que merece la pena conocer, y si juntas metros de más con ciclismo cañero y una carrera en La Mancha en junio, y que para todo ello has entrenado inventando huecos temporales imposibles (en apariencia), te puedes sentir contento de terminar en 6h 43´ (la mala bestia que ganó hizo 4h 47´, pero eso es otro nivel). Y aparte, un curioso aprendizaje muy útil si realmente el año que viene voy a hacer un ironman: la natación no debe impresionarme, la distancia ya la tengo.

2 a 1. Próxima etapa: Garai (a su lado, Hellín parece que va a haber sido un dulce paseo dominical).

martes, 24 de abril de 2012

las cosas bien hechas

Qué divertidos son los triatlones cuando tienes en la cabeza cómo te toca afrontarlos. Y qué geniales cuando no tienes ni zorra y vas improvisando el guión según toca.

Como decía el otro día, llegaba a Elche corto de forma con la inquietante calma de que este año sé que no podré llegar a mucho. Si una sensación como la de "inquietante calma" se te viene a la cabeza para explicar cómo te encuentras antes de un triatlón, date por confuso; vamos, que tienes un lío en el coco importante. En mi caso eso me llevó a pasarme la semana exageradamente nervioso sin saber exactamente por qué; y la clave era algo tan raro como la "inquietante calma", con el añadido cómico de que ese algo no lo he comprendido hasta hace un rato pensando en cómo ha ido todo. En fin, palabros y juegos conceptuales aparte, la gracia de todo esto fue que de algún modo sabía desde hacía tiempo que, aun no estando en forma ni de lejos, la adrenalina me iba a pedir vaciarme como si estuviera a otro nivel ... y si una sensación así se te presenta el día de una prueba, no te des por confuso, date por jodido o pon medidas para no liarla. No llegas a comprenderlo, pero empiezas a intuir el porqué de esos nervios y ante eso no toca frenarse, sino pactar; de acuerdo, te vas a poner a prueba, pero sólo es el principio de la temporada: así que a tope, pero sin que llegue la sangre al río.

La verdad, si miras los tiempos de la prueba (5h 47´al final) no son nada para tirar cohetes, pero es que el domingo los tiempos me daban igual (hasta cierto punto, claro, al fin y al cabo somos deportistas). Si miro uno por uno, la natación casi en 40´ es un desastre; vamos, que como el agua me impresiona tanto, pierdo la concentración enseguida y verme encerrado en un grupo entre la primera y la segunda boya recibiendo y dando golpes por todos lados y sin un espacio decente para respirar o dar 2 brazadas limpias me hizo retrasarme y perder todo el ritmo; y desde ahí, una de mis exhibiciones de desorientación, así que hice muchos más metros que los que tocaba. La bici en 3 horas (unos segundejos menos) tuvo su pase, sobre todo porque el viento buscándonos la cara puso muy fácil aquéllo de vaciarse para nada. De las transiciones mejor ni hablo, que dan para tomarse un café cada una de ellas; y la carrera a pie era la gran incógnita: con la dureza que habían prometido no sabía si tendría piernas suficientes para correr y no arrastrar los pies ... al final 1h 56´, demasiado para ser una media maratón, pero fue el máximo que me pude permitir, y encima la disfruté con la suficiente soltura como para llegar sonriendo a meta, levantando los pulgares, sacando la lengua de guasa y con el sentimiento impagable de que todos los berrakos que ya habían llegado estuvieran esperando para animar desde que empecé la última vuelta, para chocar la mano, para felicitarte por terminar (y algunos llevaban ahí más de una hora). De verdad, me quito el sombrero, muchísimas gracias a todos ... a todos, y en especial a una que yo me sé por estar, por quererte venir, por pegarte el madrugón sin rechistar, por recogernos las mochilas, curratse las fotos y pasártelo como una enana en medio de todos esos "jipis colgaos" que somos.

Un triatlón inolvidable por mil detalles que conozco y otros tanto de los que me iré dando cuenta, por una imagen como la de arriba que lo dice todo, y por permitirme decir algo que estaba desando escribir desde que me tocó pasar el trago de Segovia: empate a uno.


miércoles, 18 de abril de 2012

estoy verde

Pues parecía que iba a ser mucho tiempo y no tengo la sensación de que haya pasado tanto desde que corrí el triatlón de Vitoria a finales de julio ... y ya sólo quedan 4 días para el medio ironman de Arenales (Elche). Seguramente me parezca poco al triatleta de Vitoria, el que corrió ya cansado de una temporada muy cargada. Sin embargo, tiene toda la pinta de que el rendimiento será semejante, sólo que si en Vitoria estaba pasado de forma, en Elche voy a estar muy corto. Ya era previsible que esto de hacer un máster me iba a dejar poco tiempo para entrenar, y aunque un invierno tan seco y tan suave como el que hemos tenido me ha dejado bastante margen los domingos, tampoco sé inventar imposibles, y entre unas cosas y otras no empecé a nadar hasta febrero y me he comido 5 semanas seguidas sin coger la bici (justo hasta hace 4 días). Ya, la carrera a pie va mejor que antes, pero los 2 primeros sectores me van a pesar mucho, así que más me vale tomarlo con calma si quiero seguirme planteando esto como juego y diversión. Y como muestra, el entrenamiento de este fin de semana con la bici: un par de horas el sábado jugando al tú la llevas con las tormentas, y algo más serio el domingo camino de La Cabrera; de ruta para allá el viento de cara convirtió un llano en un puertarraco de montaña larguísimo y yo iba solo, pero aunque esas condiciones de por sí son duras, no lo deberían ser tanto como para dejarme literalmente clavado subiendo La Trampa (o Cerro de Valgallegos), con la bici vibrando de tanta tensión en alguna curva en que iba tan despacio que parecía que me iba a caer. Sin más, al final subes, que son sólo 2 ó 3 kilometrillos, pero en la cabeza te queda claro que te falta un mundo para correr en forma.

Sí, eso también lo sé, es probable que eso no lo consiga en todo el año, el precio mínimo de estudiar a la vez que trabajar y no parar quieto. Aun así, como buen cabezota, seguiré sacando lo que pueda para que acabe pareciendo que corro y todo.

Ahora sí que empieza el lío

... nos vemos en algún kilómetro

lunes, 26 de marzo de 2012

la media más larga

No soy muy amigo de poner excusas a los días malos, pero hoy (domingo) ha sido uno de esos en que pasas las de Caín por mil razones, y algunas se escapan a tu control. Hoy he corrido la Media Maratón de Segovia y estoy totalmente destrozado, que es casi como he empezado el día.

Aparte de la falta de entrenamiento que pueda llevar este año en que intento no levantar el pie del pedal a pesar de las horas de curro y del máster, me toca estar contento por la carrera de hoy. Lo sé, es contradictorio hablar de día malo y de estar contento, pero la situación cambió completamente el sábado, cuando uno de esos ataques de alergia que me provocan de vez en cuando los aires acondicionados me dejó agotado. Confié en dormir y mejorarme, pero cuando me he levantado esta mañana aún estornudaba y tenía bastante mal cuerpo. Pretendí olvidarlo, centrarme en la carrera y ya se vería qué tal iba el día, pero en la primera zancada se confirmaba lo que temí al levantarme: no había recuperado, los pulmones los tenía cerrados y correr así es como correr desenchufado. Así que ha tocado sufrir desde la salida y no he podido disfrutar nada en toda la carrera. Esa es la parte de "día malo", que ya he dicho muchas veces que a mí lo de sufrir no me motiva; sí me encanta moverme en el límite, pero hoy no había límite divertido con el que jugar, en la salida ya estaba vendido. La parte de alegrarme de lo sucedido viene por haberme demostrado la cabezonería y frialdad suficiente como para correr los 21 K de Segovia (los más duros que recuerdo en una carrera urbana, sin un metro plano, o subes durante kilómetros o bajas sujetándote porque ni las bajadas son cómodas) y hacer el sorprendente tiempo de 1h 43´ que visto mi estado físico me parecen un carrerón. Lo que me he llevado por delante para acabar así una media maratón que nunca terminaba ha sido el mareo de cada zancada, exigirle tanto al motor que no se podía encender que llevo unas cuantas horas abrazándome el estómago, que es el que más ha pagado que hoy el límite no estuviera entre el disfrute y el sufrimiento, sino entre seguir corriendo o tener que parar con el cuerpo completamente roto.

Ahora me toca dormir y recuperar el cuerpo del cansancio; durante la semana me encontraré bien y sacaré partido del entrenamiento involuntariamente brutal de esta mañana. Ya, ya, la pregunta que mucha gente se hace ahora es ¿y por qué has corrido? ... como decía hace poco Ángel, el presi del club, en su blog: por respeto.

domingo, 5 de febrero de 2012

2012

Ya era hora de que consiguiera cerrar el mínimo de cosas para saber qué haré básicamente en mi temporada de aquí al verano. No descarto añadir alguna cicloturista que encuentre en domingo y resulte interesante, pero de momento, si miráis en la columna de la derecha, vais a ver 4 enlaces con lo que sé que haré seguro en 2012. Las reglas obligatorias de este año ya las habré comentado en algún momento: al estar con las clases del máster sólo puedo ir a pruebas que se celebren en domingo.

Lo primero que caerá será la Media Maratón de Segovia. Sí, sólo es una media maratón, nada más, pero contando con que suelen aparecer por allí unos cuantos colegas berrakos, pinta que esto va a ser la guerra y que va a tocar apretar los dientes y vaciarse.

Lo demás, 3 medios ironman, uno por mes, que van a ser el centro del año: Elche (otra ocasión para competir contra mí mismo y contra los demás berrakos que van a participar (muchos de los cuales estarán a menos de un mes del Ironman de Lanzarote, a ver quién puede con ellos para entonces)), Hellín (conozco poco y de momento voy solo, pero tiene buena pinta)

... y la gran liada:

Garai: para entendernos, el año pasado participaron 45 locos y este año esperan no ser más de 100. En lugar de decirte que vayas a correr sin más preocupación que el entrenamiento que tengas a bien hacer, la propia organización te advierte: que esto es muy duro y no quieren que nadie vaya engañado, ni que vaya gente con poca preparación o poca experiencia (sinceramente, se agradece, no van a sacar pasta, sino a organizar las cosas hasta el punto en que las saben manejar ... y si no, otro detalle: sólo cuesta 35 euros). En mi caso, les conté lo que hice el año pasado, pero para entonces ya habían encontrado este blog siguiendo el enlace de uno de mis mails, y me dijeron algo así como: ya hemos visto que estás como una regadera, así que no te preocupes, que aquí vas a estar encantado; me puedo equivocar, claro, pero la sensación que tengo por ahora es la de que este tri va a ser una pasada.

Y de momento eso es todo, en cualquier momento se me puede ir la cabeza y liar alguna otra (sobre todo a final de verano cuando me libere un poco de tanta cosa para hacer a la vez), pero visto el tiempo con el que cuento me parece que poco va a variar, y que con esto tengo más que suficiente. Sobre todo pensando en Hellín y Garai, si alguien se quiere unir que me lo diga, por mí encantado; eso sí, contad con que para viajar sólo puedo moverme los sábados a partir de las 2 de la tarde.

Visto esto y la fuerza que me he encontrado en las piernas en los entrenamientos de este fin de semana, ahora sí que puedo decir: ¡¡¡esto ya marcha!!!


Nos vemos en el camino ... con una sonrisa de sana locura y un cuchillo entre los dientes

viernes, 27 de enero de 2012

dado

por la mañana aparecían en cualquier parte de la ciudad

Sólo con ver el volumen de aquellas moles cúbicas, alineadas como trenecillos de críos maniáticos, sabías que otra vez habías tenido la suerte de que tus horas de sueño no acabaran siendo eternas, aplastadas. Nadie veía por dónde pasarlas. Quedaban los barrios cortados, las miradas se bloqueaban ante las paredes sentadas sobre la acera, y sólo de vuelta a la cama cerraban los párpados que no habían comprendido qué. En una semana los dados dejaban todo en silencio.

Me harté cuando los discos también callaron.

Salí con lo puesto y tuve que quitármelo para que me dejara agarrarme. Hace dos días que escalo desnudo, creyendo en vacío que encontraré algo allá arriba.

De momento, en vilo, he vuelto a sonreír. Aquí ya se oye ruido.

lunes, 16 de enero de 2012

desde aquí arriba

Hace tiempo que no te escribo, vieja. Pero aún te recuerdo.
Recuerdo el día en que entendí que los libros del último estante cogían polvo porque ninguno llegábamos ya tan arriba. Y recuerdo que te lo dije, y que casi nos quedamos sin aire de tanto reír.
No llevo la cuenta de los días que han pasado desde que te tuviste que marchar. Que se acabó tu tiempo y yo te prometí que seguiría haciendo locuras de crío con pelo canoso, arrugas y las orejas guardadas debajo de un gorro.
Y sigo amando esta forma de vivir.
Así que aquí me tienes de nuevo, escribiéndote otra carta con las manos temblorosas, sentado en la cumbre de otra de esas montañas con nombres que dibujan tan chiquitos en los mapas que ya no me molesto en intentar entender.
Bueno, tengo que bajar ya. Ahora dejaré esta hoja suelta encima de una piedra que me caiga a mano, y que sea el viento quien te la lea allá donde te encuentre riendo como hiciste siempre.
Besos, vieja