miércoles, 27 de abril de 2011

señoras y señores ... que empiece el baile

el domingo me quedé con la sensación de llegar a casa pidiendo más leña, no sé cómo carajo lo hice, pero llevaba 6 horas y media pedaleando solo, sin seguir ninguna rueda, únicamente mi bici, mis piernas y el maldito viento de cara en más de la mitad de la etapa ... y llegué con más fuerza que cuando salí de casa

y en éstas me planto con el nervio en el cuerpo mirando a Lisboa, la línea de salida de la temporada más dura que me he planteado hasta ahora. La idea es llegar justito de forma para ir creciendo en mayo y estar a tope a mediados de junio. Es la hora de los viajes, los objetivos entre colegas y para uno mismo ... quedan atrás los meses de entrenamiento para el largo plazo, ahora toca correr de verdad y, sobre todo, divertirme a saco

para quien quiera ver cómo pasan estos 50 días de reto, aquí estaré contándolo de tanto en tanto

por ahora: miércoles, jueves, viernes ... 8 horas del sábado y dorsal 102 ... que empiece el baile

lunes, 18 de abril de 2011

6

con tu permiso, Álvaro Tato

El traje a su percha y las babuchas a sus pies; con ellas se anda mal por la ciudad, pero todo sea por el uniforme, sólo suyo e incomprensible para cualquiera; ninguno de ustedes susurra las aceras como él lo hacía.

Una mano al bolsillo, una libreta; la otra, una pluma y a intentar contar de nuevo la historia que nunca conoció: Tela de nique barbados. Título obsesivo, la frase escuchada por descuido a un pirado después de las 12. Nunca dejó de sonar en su cabeza para no conseguir explicarla. Siempre le vencía.

Caminaba ciego por la calle sólo con ojos para el papel, sólo con oídos para sus babuchas lazarillas.

Cenaba cuando perdía, guardaba la pluma y comía despacio, a bocados muy pequeños, algo frío que sujetara con la zurda. Paraba sus pies y volcaba su tristeza paralizado en la hoja que aquella noche había quedado inservible.

Su absurda rutina le hundía cada noche un poco más, le había dado un nuevo mordisco al resto de su vida. A veces se arañaba la cara, harto de sí. Obsesionado, había ido alejándose de su familia, de sus íntimos, de sus amigos, conocidos nunca tuvo – o todo o nada – y su timidez no le permitía mirar a una mujer a los ojos. Se apartaba del mundo – porque tampoco sabe responderme -.

El martes rastreó su explicación rodeando la verja de un parque; sólo encontró un espejo. Estaba roto y mirarse allí le hizo gracia, pisaba su imagen rajada y se reía, se reía de aquel truco, de su desfiguración, de que el ruido del cristal al partirse le sacara un instante de su abstracción.

Por miedo no volvió.

El jueves sí y gritó ante una mujer desnuda, sus pechos tras las babuchas, abrió un par de veces la boca, pero ni dentro ni fuera del espejo hubiera podido alguien escucharle.

Imposible asomarse de nuevo allí. Al menos durante dos semanas en que las páginas perdidas se teñían con la tinta decolorada por sus lágrimas.

La vio con gafas y escribió en rojo; separó los pies y cada noche la libreta se le escurría al suelo; prometió vencerse gritando el título tras haberse atrevido a besarla. Y con el corazón muerto quiso entender la razón de que la belleza quebrada dejara de aparecer allí junto al parque. Amó el vacío. Esperando. Suplicó a la nada que le devolviera un cabello.

Arrodillado el lunes la volvió a encontrar pero bailaba abrazada a una sombra de pelo largo que al día siguiente lo tendría corto – y pasado mañana hará trenzas con mi pavor, te odio y me quedaré para perderte, pero nunca del todo -. Tiró la libreta sin preocuparle dónde; daba igual, ya reconocía que aquella frase no la oyó realmente nunca, de igual forma que años más tarde se alejaría del parque entendiendo que el espejo jamás estuvo roto. O se había obligado a pensarlo. Estaba perdido, sin conciencia no es posible saber y la conciencia no puede escucharse si hay cualquier ruido. Quizá ni un susurro de babuchas.

¿y si hoy ... ?

¿y si hoy corro a tope, a probarme? ... ¿o completo mi fin de semana de descanso corriendo con calma? ... bueno, no sé, salgo a lo que me apetezca sobre la marcha, que siempre sale bien

éstas cosas me rondaban esta tarde por la cabeza antes de ponerme las zapatillas, y la solución fue que me lo tomé con calma, o eso creía yo, corrí dejando mucho tiempo los pies en el suelo, amortiguando pasos, evitando golpes en las articulaciones ... ese ritmo con el que podría correr 1, 2, 3 horas, yo que sé, las que me diera la gana

y si encima cuando llegas a casa ves que has tardado lo mismo que hace un mes cuando corrías con sensación de haber hecho mucho más esfuerzo, te muerdes las uñas esperando a que empiece la temporada

esto va a ser divertido, muyyyyyyyyy divertido

domingo, 3 de abril de 2011

descontando fines de semana para ...


... pues diría que para Lisboa, pero la realidad es que los estoy descontando para la temporada brutal que me he planificado, y ahí Lisboa es sólo el principio

estos entrenamientos ya son cosa más seria que los de hace un mes, hay que irse poniendo a punto y probando límites, y con esa idea se me ocurrió combinar una etapa de 170 ayer en bici (sin ir a saco, pero 170 al fin y al cabo) con la media maratón de Madrid de esta mañana

lo más importante, aparte de coger rodaje ayer (que he tenido la veló muy descansada este invierno) era correr una media maratón con las piernas cansadas del día anterior; lo de menos era el tiempo (aunque siempre te picas con el reloj), la clave estaba en las sensaciones de mis piernas, y de ahí me he quedado contento, corriendo bastante fluido a 4:50 el km (1:41:56 al final; sólo 3 minutos más que la media que corrí fresco hace 3 semanas), con menos chispa que si corriera descansado, pero sin pesadez

siempre te pides más, sin ese punto de exigencia nunca te meterías en este mundo, pero también hay que ser consciente de cada momento, y en éste tengo más cosas de las que estar contento que de las que quejarme

... 3 fines de semana más, y el 30 de abril empieza el lío: 50 días con el cuchillo entre los dientes