domingo, 13 de febrero de 2011

Diego: I

(si alguien se engancha ahora, el prólogo de este relato está en una entrada anterior)

I.-
Venga, ánimo, que puedo levantarme de la cama, va. Esos malditos banqueros le quitan a uno las ganas de cualquier cosa. En especiallos niñatos, que parece que los parieron en tanques de ácido. Disfrutan hiriendo, desayunando el alma de los desgraciados que aparecemos en su oficina rogando que nos den lo que necesitamos, permitiendo que nos roben cualquier barbaridad a cambio.
Vamos, viejo, ya te sentaste. Jodida espalda, si las vendieran me compraría una nueva, o daría en trueque un caho de cerebro, a nadie le importa lo que piense, o siquiera si lo sé hacer, sólo que cargue sus mierdas de ricos; y sin quejas que les hagan perder su precioso tiempo.
A ver, deditos, no me vengáis otra vez con que los botones han crecido y no entran. Y no hagáis ruido, que ella aún duerme,como los chicos (es sábado, adivina a qué hora se acostaron). Café y dos tostadas, y al puerto a descargar lo que traigan, y a las seis y media ... no, a las ocho y media volverán a ser las cuatro (todavía no me hago a esto, y a ver quién me quita a mí luego tanto olorazo antesde irme a la tienda, "¿ve, señora? esta tela es de la mejor calidad, - pero es que me huele a podrido, ¿no lo nota? -, no, señora, son mis manos las que dan asco". Joder).

En las horas prestadas los pájaros vuelan al revés y te miran espantados, no entienden que al pasar a tu lado su tiempo también se da la vuelta, no saben de qué tienen la culpa, parece que nunca aprenderán a alejarse de nosotros, de los malditos prestados.
Por la calle tampoco camina nadie, o sería más correcto decir que aunque estén no puedes verles, compras tiempo, pero no recibes horas libres, sólo puedes gastarlas para lo que las pediste o quedartequieto tirándolasa la basura. Socialmente quedas ciego hasta que se acaba el bucle; físicamente mejor no hablemos, cada día enfermas un poco más, pero nadie te cuenta de qué, ni dice algo al respecto en el contrato, sólo sabes que los colores no son como recordabasy que algo no está donde debería.

Cuarenta escalones, crees oír a una vecina riendo con su novio, casi tropiezas buscándola en vano de reojo y cierras el portal detrás de tus pasos. Te la juegas en tres cruces que nadie respeta de madrugada, los coches que para ti conducen fantasmas aceleran para enseñarte quién es más fuerte.
Hoy seremos pocos para descargar, no muchos andan tan desesperados como para doblarse hasta los fines de semana.
- Nombre, apellidos y firma, y recuerde señalar si viene con horas prestadas o no.
Lo último es sólo para que te humilles, sabes que con horas prestadas van a ir a sacarte el hígado, y sabes que de nada sirve mentir, los préstamos son de información pública y en cualquier parte ya saben quién eres, cómo vienes y cuánto te queda. De hecho, si ellos no lo supieran tampoco podrías verles.

Fichas a la salida con los pantalones rotos (otros más) y las manos llenas de astillas. Pelirrojo cabrón, que me dejó todas las cajas malas. A casa, ducha, ropa limpia, olor disimulado (lo intentas) ... y los carteles de la cocina para encontrar de nuevo la cafetera entre los mareos del final del bucle.

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