martes, 14 de junio de 2011

el que ríe el último ... es el mismo al que veo siempre al otro lado del espejo

Se ríe satisfecho porque es quien más sabe de mí. Parece que me estoy mirando, sólo una imagen reflejada, pero no es así, el que está enfrente es mi yo interno, que me examina para ver si sus sensaciones están bien interpretadas y echadas a crecer, y pocas veces falla; es el dueño de mi conocimiento, mi salvaguarda, es mi conciencia sensible y nunca dejo de sorprenderme cuando leo lo que me va dejando en los segundos en que le da por elegir que es su hora de aparecer en escena.

Son muchos años como para no entenderlo, así que suelo saber a qué atenerme. Cuando el domingo que estaba en Oyambre me hizo mirar al este acababa de encender los motores que llevaba meses puliendo, aprovechando la energía que yo creaba en cada entrenamiento. Me hizo mirar hacia allí para decirme que estaba listo, que confiara, que creyera en mí, y como muestra me dejo ese nervio de los grandes días, el que siempre tengo antes de las pruebas que me salen realmente bien, sólo que esta vez, por la relación de amor-odio que tengo con el agua desde pequeño, la empresa tomaba tintes muy serios, tocaba empezar un triatlón nadando más distancia que nunca, en el mar (por primera vez) y encima era el Cantábrico. Tanta tensión requirió que el nervio del día antes de la prueba fuera el nervio de la semana antes de la prueba, y todo el mundo me lo notaba. Me hormigueaba el cuerpo entero, las piernas se me llegaban a poner histéricas (sólo me faltaba ponerles collares y una correa para poderlas sujetar mientras andaba o permanecía sentado en la oficina). Todo estaba listo en el punto deseado y lo sentía tal cual, pero por prudencia no quise decírselo a nadie, que uno no es infalible y siempre se puede cruzar cualquier cosa que trunque el destino de las buenas sensaciones, de la sostenida intensidad creciente que pide que den la salida de una maldita vez, sin miedos, con respeto, pero con ganas de morder el tiempo que transcurra hasta que una línea de meta me dijera que lo había conseguido.

Para escribir sobre esto he necesitado dejar 2 días en que los recuerdos y los sentimientos del sábado se asentaran y supiera entenderlos. El triatlón era por la tarde, así que me levanté con calma a eso de las 8 y media, desayuné y me fui al tren que me llevaría de Lasarte-Oria a Zarautz. Recogida de dorsales, charla, vistazo a las banderas rojas de la playa, comida en un parque del centro del pueblo y a preparar los boxes para las transiciones. A eso de las 2 ya cogíamos el bus que nos llevaba a la salida en Getaria, probé el agua y me pareció que estaba de escándalo (la adrenalina me impedía tener frío ... o eso, o me había mentalizado tanto para no achantarme por el agua fría, que la realidad me pareció superada). Bocinazo a las 3, salida, tres pasos sobre la playa y a nadar lo que hiciera falta (pero no podía hacer falta nadar más de una hora, o no habría premio).

Nada más entrar en el agua, quizá por semejanza formal o por evocación conceptual, apareció de nuevo el del espejo, que lleva toda una vida estudiándome y sabe que era el momento de exhibirse, de poner encima de la mesa el aprendizaje de momentos de agobio como el de Lisboa. En el Cantábrico no había sitio para dudas, sólo para concentrarme en el ritmo de las brazadas, en limpiar la técnica todo lo posible, y no sacrificar ni en broma un solo milímetro cúbico de pulmones por llenar de aire mientras la mirada se te va a los espectaculares acantilados, y por vaciar cuando vuelves a sumergir tres cuartos de cabeza en el mar. Tampoco caben dudas cuando la distancia entre los participantes se estira y cada vez ves menos gente ... los demás están en su lucha, tu batalla sólo tiene un contrincante, un reloj que no puede llegar a 1:00:00 antes de que vuelvas a pisar la arena de la playa. Ayuda tener contactos que se han encargado de prepararte un día de sol y poco viento, pero al fin y al cabo la marea está bajando, por lo que luego te contarán parece que lo está haciendo con bastante resaca, después de todo el reloj sólo entiende de transcurso de tiempo y a ti sólo tiene que preocuparte no permitir que te venza una máquina que cuenta al revés (el tiempo en modo "vaso medio vacío").

Cuando vuelves a pisar en firme te sientes algo mareado y necesitas hacer la transición en boxes con un poso de calma para no tener el cuerpo atravesado por el zarandeo de las olas. Cogí la bici con rabia, si me habían dejado seguir era porque el corte de la hora no me había pillado en el agua, y ya necesitaba ir a cuchillo a por la siguiente etapa, que encima me había propuesto el órdago de correr sin contemplaciones hasta donde llegara la energía, y eso requería que las piernas se llenaran de sangre enseguida y la fuerza de nadar en la genial tensión de lo desconocido se tradujera en watios sobre ruedas.

Si la natación había sido una gozada, el sector ciclista a caballo entre la línea de costa y el monte que se empeña en llevar la contraria a lo plano, el verde contra el azul, prometía y no defraudó. Todo era puro disfrute, ni un momento medio malo, esfuerzo a saco, pero siempre con sensación de potencia, de poder seguir mordiendo segundos apretando un poco más ... y en éstas llego la siguiente incógnita ¿correría bien los 20 km finales por primera vez en un triatlón? (en el Astromad de septiembre la dureza, el calor y mi bautismo como triatleta me obligaron a hacer la mitad (las cuestas) andando, y en Lisboa la última vuelta se me hizo eterna, con las piernas tan pesadas).

En cuanto bajé de la bici ya me sentía bien, no tenía que esperar ni 100 metros para poder soltar las piernas y correr cómodo en la exigencia que me estaba poniendo (a ver, no soy buen corredor, así que mis tiempos nunca son para tirar cohetes, pero 5 minutos por kilómetro me parece bastante decente para mí en estas pruebas). Por si fuera poco lo que ayudaba el buen rollo del día, el haber superado la natación y la bici con fuerza y con reservas suficientes para el último sector, en Zarautz tienen la sana costumbre de hacer un circuito precioso en el que vuelan los kilómetros que corres junto al mar y, sobre todo, vuelan los que haces en el estrecho pasillo que te deja el público al cruzar el pueblo (y las manos de los niños, que quieren chocar con la tuya sin importar que seas el primero o el último ... es su ilusión); todo el mundo grita tu nombre (va escrito en el dorsal), y aceleras sin darte cuenta porque somos puras emociones, nos pongamos como nos queramos poner.

Llegan el 17 y el 18 sobre los tablones del final de la playa, con un reflejo del sol en el mar que no ves cualquier día (quizá no por él, quizá sí porque tus ojos no serán los mismos que los de hoy), del 19 ni te enteras, saltas a tocar el cencerro del último paso por las callejuelas peatonales de Zarautz, giras en la plaza y te permites el lujo de esprintar los últimos 100 metros en que ni un bache puede evitar que te lleves tu premio tan pequeño y tan enorme, levantar los brazos al cruzar la línea de meta http://atletismoatope.diariovasco.com/videos-atletismo/carrera/triatlon-zarautz-hombres-2011/100/canas-costa-rafael/71144.htm

5 horas y 19 minutos para no olvidar (por segunda vez en esta temporada: en la maratón de montaña del Soplao por el día inesperado; en Zarautz por el día perseguido), para acordarte de cada persona que te mandó apoyo y que seguro que en algún momento del sábado se acordó de dónde estabas y de cuánto valor tenía para ti.

Y una última línea para darle las gracias en especial a Ángel (Tortuga Humana) por esa idea que tuvo hace un año y una semana de proponerte que te metieras a hacer triatlones ... "eso sí, cuidado que engancha"

... y tanto

7 comentarios:

  1. Brutal la crónica.
    Gracias a ti por llevar el Escudo Berrako con tanta dignidad.
    Keda mucho camino aun por hacer...
    Eres un CRACK.

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  2. Joder, amigo, me has puesto la carne de gallina y la adrenalina a 2000 por hora. Eres muy grande.
    Al final, voy a tener que plantearme esto de la triatlones.
    Un abrazo

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  3. ¿A te hizo buen tiempo? Si has dicho que la mar no estaba fría ni nada :D Yo trabajé una temporada de becaria en el infierno, y desde entonces tengo influencias...

    Te pega este tema, porque parece que el viento te lleva:
    http://www.youtube.com/watch?v=NrgcRvBJYBE

    Un beso,
    K

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  4. ¿y no coincidiríamos por esos lares? ... de hecho de tanto en tanto aún me descuelgo por allí de visita turística, pero en apartados privados, que como introcanalla uno se ganó sus galones ... después aprendí a canalizar la energía a lugares más interesantes

    (la canción genial, por cierto)

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  5. Heyyy... pues es probable que hayamos coincidido sin saberlo en algún infernal recodo... yo también he cambiado de profesión: ahora soy ayudante de mago o chica del punto de avituallamiento, según tenga el día :D

    besos,
    K

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  6. a ver si vamos a acabar coincidiendo el sábado en alguna carretera de Los Pirineos, jajajajaja

    es muy posible que yo vaya con esta música en la cabeza http://youtu.be/0ozdCLrTrtA

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