miércoles, 23 de noviembre de 2011

impersonal

Sólo pueden abrirse algunas ventanas de esas grandes cajas de cristal en las que decís que trabajáis, a un vistazo del mismo aire libre que sólo podéis respirar pasando por un portal.
Una noche pasé bajo una de tus horas interminables y sacaste un brazo nervioso desde una planta de las que ya dan vértigo, tirando en medio de la lluvia una bola de papel que cayó cerca de mis zapatos.
Habías escrito algo a mano que tu cabeza quería contarte y tú despreciaste sacándolo de la vitrina en la que ganas dinero. En la caída el agua hizo olvidar tu historia; la abrí y sólo había dejado un borrón de tinta que estirado quedó guardado en un libro, secándose para que ahora sea yo quien esconda letras encima. Robándote la imaginación. Haciendo rehenes de tus ideas.

No voy a devolvértelas 


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